A diferencia de lo que generalmente hemos pensado, la lectura por placer es una afición educable distante del hábito formativo, de la prescripción, ajena a la repetición y la costumbre. El gusto por la lectura conjuga la inclinación con el disfrute y deriva en la afición de leer. De ahí la importancia de educarla en la escuela. “Ayudar a los alumnos a leer, interesarlos por la lectura, es dotarles de un instrumento de culturización y de toma de conciencia cuya funcionalidad escapa a los límites de la institución” (Solé 1995: 4). En definitiva, se trata de una oportunidad de desarrollo personal y social, que permite a los niños y a los jóvenes amar y disfrutar la lectura para trascender lo literario, para pensar y acceder al conocimiento individual y social, y que, sin lugar a dudas, requiere de redefiniciones políticas y curriculares, definiciones para la formación inicial y el desempeño docente, para la promoción de comunidades lectoras (niños, padres, profesores, etc.) y para otorgar a la sociedad y al niño o joven lector, la libertad de leer por leer y de descubrir en la tarea, el placer de hacerlo. |
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Conscientes del valor que tiene la lectura literaria en la formación de los niños y jóvenes chilenos, es que se hace fundamental repensar el lugar que ocupa en las aulas escolares. La educación literaria consiste en dotar al estudiante lector de los conocimientos que requiere para la construcción de su competencia literaria; educarlo en la participación activa de la recepción de las obras y formarlo para que sea capaz de reconocer las cualidades del discurso literario. Por ejemplo, implica que, como profes, podamos ayudarlos a descubrir la lectura como experiencia satisfactoria, vinculada directamente a su plano emotivo y su vivencia; mediar en la búsqueda del sentido que puede tener para este y enseñarle a familiarizarse con las particularidades discursivas que las obras poseen. Parece un poco complejo, pero no lo es.
Lamentablemente, no basta con la simple declaración en las programaciones curriculares a través del planteamiento de objetivos de aprendizaje o de metas en la formación escolar, sino más bien, con la concreción de los dominios en el aula, el fortalecimiento de la formación docente y la permanente preparación de profesores y mediadores. Tenemos grandes desafíos. |
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